Memorias de un sueño interrumpido 39. El Sena acaba por tragárselo todo

Este  relato lo presenté al concurso parisino de S.While (lapArísdel93) y bueno aquí os lo dejo :)

Para cuando Audrey despertó la tormenta había inundado todo París. Aún se podía respirar el olor de la tierra mojada y ver los charcos asomando en cada rincón de la cuidad. Un montón de paraguas ocultando las aceras, cientos de ondas en el agua del Sena a causa de las gotas, restos de rocío entre las hojas de las plantas de las orillas del Marne y del Oise…
Se paró a mirar un momento la Torre Eiffel y recordó todos los besos que se dieron bajo la atenta mirada de la cuidad de las luces, todos los paseos que dieron por Montmartre, las charlas en el café, las noches que pasaron bajo la luna francesa…
Y recordó el día en que se conocieron, una tarde tan lluviosa como aquella…

***

Corría el año 1920, en las calles parisinas se respiraba un aire cargado de desenfreno y alegría. Una noche cualquiera del mes de noviembre, Audrey corría a toda prisa por entre las calles para poder resguardarse de la lluvia. Acabó entrando en un local muy elegante, donde la música de jazz se oía en todo el lugar, la gente reía y bebía, los camareros iban y venían de un lado para otro. Entonces Audrey posó sus ojos en la barra y sentado en ella estaba el hombre  más atractivo que sus ojos habían visto.
Se acercó y pidió al camarero un cóctel, para después entablar una conversación con él. Su nombre era Jacques. Desde ese momento, la vida de Audrey ya no volvió a ser lo que era, nunca más.
A partir de entonces no pudieron separarse el uno del otro. Recorrieron todos los rincones y calles de París, tocaron con la punta de los dedos lo que nunca habían llegado a conocer del deseo, se rieron frente a Notre Dame burlándose de las gárgolas que mudas e inmóviles no podían disfrutar de la vida cómo lo hacían ellos. Cantaron a la luna, único testigo de su amor; se bañaron en sonrisas frente al Sena, se comieron a besos en aquel viejo estudio donde Jacques escribía…
Eso posiblemente fue lo que tanto la enamoró, el hecho de que todo lo que dijera o hiciese ella, él pudiese transformarlo en bellas palabras.
Y Audrey adoraba la belleza, pues era algo de lo que su vida carecía hasta que él abarcó todo su mundo; llenándolo del espíritu de los años 20.

***

Fueron los mejores años de su vida. Logró olvidar su triste infancia, la amarga vida que hasta entonces había llevado…
Pero todo lo bueno siempre llega a su fin, y como tantas historias esta también acabó. El año 1929 trajo consigo miedo, tristeza… Y con todo eso un final. Jacques partió a conquistar nuevos horizontes y dejó sola a Audrey en la cuidad que el mundo no tardaría en olvidar.
Pero el jamás pudo olvidar París ni a la mujer que allí dejaba, ni esos ojos del color de la noche que le miraban asustados pero a la vez llenos de luz. Al igual que Audrey, por mucho que la doliera, jamás podría arrancar de su memoria al hombre de sonrisa sincera y ojos azul cielo que le enseñó la belleza que se esconde tras las cosas pequeñas.
Y su amor, al igual que la alegría y el desenfreno, acabó por ahogarse en el Sena; siendo olvidado en sus profundidades para siempre…



Comentarios