Antítesis 4

Mist y su miedo irracional al mundo.
Mist y sus ganas de echar volar y largarse, dejando atrás los problemas.
Mist y su incapacidad para cumplir sus sueños. Y todo porque la realidad se divertía a su costa, dejándola atrapada en sus fauces (de donde nunca lograría escapar).
Mist y su llanto en mitad de la noche, con las lágrimas que la acompañaban en la oscuridad actuando de somnífero.
Mist y su deseo de disiparse entre la niebla, y perderse en ella.
Mist y su corazón frío como el hielo; tan frío que quemaba, sí, quemaba tanto que acabó disolviendo sus propias esperanzas y sueños. Tanto como para hacer que Mist ardiera envuelta en dolor y gritos de socorro, ardiendo entre las llamas de la desesperación sin que nadie acudiera a salvarla, sin que nadie pudiera salvarla.

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