Memorias de un sueño interrumpido 27. Maneras de llegar al cielo

 - Mami tengo miedo.
- ¿Miedo?¿Quién habló de miedo? Mi niña -la madre abraza con fuerza a la pequeña, estrechándola entre sus brazos- no debes tener miedo -dice mientras la besa en frente- Mira, ¿ves eso de ahí?
La niña asiente débilmente mientras observa por la ventana del tren la casa que se alza en lo alto de una ladera.
- ¿Ahí es donde vamos a vivir ahora, mamá?
- Sí. Viviremos una nueva vida, lejos de la cuidad, de la guerra... Volveremos a ser felices, ya lo verás mi vida -dice mientras mira hacia la casa con ojos esperanzadores.
- Pero papá no podrá verlo -dice mientras se acurruca un poco más en los brazos de su madre, acercando su oído a su corazón para escuchar sus latidos.
- Eso es mentira, escucha. Puede que ya no le veas, ni le escuches -pero la niña la interrumpe con un grito y se aleja de ella.
- ¡Papá está muerto!
- Lo sé -dice con un tono triste y los ojos vidriosos- pero sigue aquí.
- ¿Aquí? -dice señalándose el corazón.
- Exacto. Cada vez que le eches de menos, cuando quieras hablar con él, cierrra los ojos y recuerda que él está aquí, en lo más profundo de tu corazón. Y recuerda que te observa desde el cielo.
La niña, que al parecer se había conformado con la respuesta, da un respingo y se asoma de nuevo por la ventana desde donde aún puede verse su nuevo hogar.
- ¿Estás segura de que seremos felices?
- Segurísima. Mira seremos como el ave fenix, que resurge de sus cenizas para luego poder seguir volando.
- Y entonces llegaremos muy alto hasta el cielo, y veremos a papá. -entonces la niña se queda pensando un momento y con expresión preocupada continua- ¿pero cómo llegaremos hasta ahí arriba?
- Bueno hay muchas maneras de llegar al cielo, tan sólo tienes que pararte a buscar la tuya.


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