Antítesis 13

Mist, desde siempre, tuvo mucho aprecio por las personas; familia, amigos... Incluso tenía un infinito cariño a Shade.
Shade en cambio nunca sintió aprecio por nadie, no tenía amigos y tampoco se sentía parte de una familia. Lo único que sentía era un profundo instinto protector hacia su hermana.

Mist siempre tuvo ganas de enamorarse, de que se la subieran los colores con algún piropo, de sonreír como una tonta, de comerse a besos, de no poder aguantar las ganas de verse con "esa persona"... Pero nunca se había enamorado, tenía mucho amor que dar y no podía desaprovecharlo.

Shade nunca se había enamorado y tampoco tenía intención de hacerlo. Pensaba que entonces dejaría de ser ella, que se perdería, que sería frágil e insignificante pero, como suele pasar siempre con estas cosas, nadie escoge. Nadie decide si siente o no, si se enamora o no y mucho menos de quién.

Por eso mismo, el día en las dos hermanas lo sintieron por primera vez todo las resultaba extraño.

Shade no podía creer que, entre toda la oscuridad que azotaba su realidad, una lucecita se encendiera de pronto. Era imposible. Se negaba a ello.
Por otra parte estaba Mist, que deseaba con todas sus fuerzas ver qué traía "esa persona", a pesar de que estaba totalmente asustada, todo aquello era tan desconocido...

Comentarios