Aviones de papel, barcos de vapor 33

Sus ojos se abrieron acariciando la oscuridad de la noche. Esperó quieto hasta tomar conciencia de donde estaba: el cuarto de Escritora. Se giró para verla dormir, como velando su sueño. Dormía plácidamente recostada boca abajo, con su espalda desnuda sin cubrir por la manta - de tanto moverse se desarropaba. Alargó su brazo sin miedo a despertarla, consciente de lo profundo que era su sueño. Pasó sus dedos por su columna y dejó que un suspiro se escapara de los labios de ella.
Al momento una melodía despertó en sus oídos, tocó el piano en su espalda: una vértebra, una tecla. Cuando dio por concluida su obra, Escritora despertó.
- ¿Inspirándote un poco? - preguntó sonriendo, sin atreverse a abrir los ojos.
- Tu espalda, que me es muy provocadora.
- ¿Solo mi espalda? - inquirió plantándole un beso en la boca mientras enredaba los dedos en su pelo.
La inspiración trajo oscuros deseos a su mente y ambos jadearon: presas del deseo.


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