Aviones de papel, barcos de vapor 11. Pluma, papel y beso

Nada más llegar a su pequeño apartamento lo primero que hace es buscar lápiz y papel. Tenía que retratarla antes de que se olvidara por completo del brillo de sus ojos, del aroma de su perfume o incluso del olor de su piel. Antes de que se desdibujara de sus recuerdos la curvatura de sus sonrisa o el sonido de su carcajada. Antes de que dejara de sentir el sabor de sus besos, aun impregnado en sus labios.

Cierra la puerta con un portazo y se encamina a toda prisa hacia el gran ventanal de su ático. Busca en el escritorio una hoja en blanco o algún sitio donde poder escribir y buscó también un bolígrafo. Debía darse prisa o no podría encontrar la palabra exacta, componer el párrafo perfecto o realizar la descripción acertada. O incluso podría olvidarse por completo de la sensación causada por el roce de sus labios.

Ambos callan, miran sin ver en realidad, se pierden en buscar de inspiración, charlan con las musas en silencio... Pero no hay nada que pueda describirlo. Se enfrentan al terror de la página en blanco.
En el fondo ellos no necesitan nada más salvo salvo una pluma o un lápiz que cuenten o muestren lo bonito que es comerse a besos. Aunque les resulte imposible recrearlo en el papel.


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