Aviones de papel, barcos de vapor 3. La primera vez que se vieron fue en aquel viejo teatro de una calle de Madrid

Él había ido allí durante sus días de permiso y fue convencido por unos amigos para ir a ver aquel espectáculo. La verdad es que a él no le interesaba nada el mundo del teatro, la danza... Pero a partir de ese momento hubo algo de ese mundo, algo en apariencia pequeño e insignificante que para él empezó a significar todo. Se sentó con sus amigos en las últimas filas de la sala y entonces la vio.

Ella había ido allí por asuntos de trabajo, su compañía actuaba esa noche y ella, la bailarina principal, no podía faltar. Estaba de los nervios, era su primera vez y tenía un miedo atroz a que algo saliera mal.
- Vamos, os toca salir- al oir eso respiró hondo, se colocó su vestido azul y salió a escena.
 La chica se posicionó en el centro del escenario y comenzó a bailar en cuanto sonó el primer acorde. Sus movimientos eran gráciles, elegantes, su vestido azul se movía dando vueltas de un lado para otro y la sonrisa de ella permanecía imborrable en su rostro; al igual que la cara de asombro de él tampoco podía desaparecer.
Tras un rato bailando, la música dejó de sonar y ella volvió a su camerino.

Él, sin poder salir aún de su asombro, aplaudía sin parar, anonadado por la forma de bailar de la chica y por su belleza. Sin esperar a que el espectáculo terminase se marchó sin dar explicación alguna a sus compañeros.
- Han dejado esto para ti- la dijeron cuando entró en el camerino.
- Son unas flores preciosas- dijo una chica destrás suya- ¿quién las envía?
- Por lo que pone aquí, "El soldadito de plomo"- dijo algo sonrojada al tiempo que se giraba para ver apoyado en la puerta a un hombre uniformado que se quitaba el sombrero ante ella.


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