Aviones de papel, barcos de vapor 9. Un beso vale más que mil palabras

Las horas pasaron entre baile y baile y al final llegó el momento de irse. Salieron del local y caminaron en silencio por las calles empedradas de la cuidad hasta llegar al hotel donde  la bailarina se hospedaba.


Estaba tan nervioso que a penas sabía qué decir o cómo actuar. Al final acabó por dejarla en la puerta con dos besos en cada mejilla


Ella entró en la habitación y comenzó a desvestirse sin parar de pensar en la noche que había tenido. Continuaba en ese tarea cuando alguien llamó a la puerta.


"Tendría que haberla besado", esas eran las palabras que resonaban en la cabeza de soldado, arrepintiendose de su actitud tímida e insegura. Pero esa noche sería diferente.

Cuando volvió a la habitación ella le recibió envuelta en una bata y con cara de sorpresa. En otra ocasión hubiera pensado en lo que estaba haciendo e iba a hacer, en qué iba a decir; pero ese momento no estaba hecho para pensar sino para actuar y eso fue precisamente lo que hizo. 

La besó como nunca lo había hecho, sintió como sus bocas encajaban como las piezas de un puzzle y se fundió en ese beso.

Ella, por otro lado, se dejo llevar sucumbiendo al beso y olvidandose de todo lo demás. Ya daban igual las charlas, las flores o todos los bailes que pudieran dar... un beso siempre vale más que mil palabras.


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