Aviones de papel, barcos de vapor 24

- Cuéntame un cuento - pidió Pintor con un susurro junto al oído de Escritora, que se deleitaba con las vistas de la ventana mientras dejaba que las manos de él recorrieran lentamete su cintura.
- La verdad es que hoy no tengo ninguna historia que contar.
Se zafó de su abrazo y se apartó del ventanal, acercándose a la mesilla donde descansaba el desayuno.
- No me puedo creer que no tengas ninguna historia, ¿acaso no te visitaron las musas anoche?
Ella sonrió ante el comentario. Anoche le visitó la pasión y no las musas.
- Supongo que me dejaste sin palabras.
- ¿Una escritora sin palabras? Qué ironico, ¿no?
Ambos rieron, él volvió a acercarse y esta vez sí consiguió su propósito.
Tan dulces le parecían sus labios.
- Es extraño - dijo ella cuando sus bocas se separon - a veces me inspiras de tal forma que siento que no me va dar tiempo a plasmar todas las ideas que tengo en el papel y en cambio otras...
Es como si te vaciaran el cerebro y tan solo una pequeña idea bullera en tu cabeza.
- Sí.
- ¿Y cuál es esa idea?
Que podría dedicarte mis mejores textos aunque, por otro lado, preferiría dedicarte mis mejores besos.
- Es extraño.
- ¿El qué?
- A mi me pasa lo mismo.


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