Aviones de papel, barcos de vapor 18. Punto de inflexión

Pasaron varias semanas antes de pudieran volver a verse. No mantuvieron correspondencia en todo ese tiempo, ella siguió con su trabajo en el teatro y el partió de vuelta a la guerra antes de que Bailarina pudiera averiguar una mínima parte de lo que le perturbaba; pues había abandonado su cama antes de que pudiera preguntárselo si quiera.
Por eso mismo, esa noche se sorprendió mucho al abrir la puerta y encontrarse con Soldado: alto, fuerte, misterioso, serio... Pero atrayente, muy atrayente. La tomó del brazo con brusquedad y la besó en los labios, sin resto alguno de ternura, con pasión.
Ante el gesto, la chica no hizo más que apartarse.
- ¿Qué coño te pasa?
¿Era ese mismo hombre que había conocido meses atrás? Lo dudaba.
Entonces comenzaron los gritos, a pesar de que ella buscaba comprenderle y él la quería. Pero lo que no sabían es que él se había encerrado en si mismo y no buscaba ayuda y ella no quería su amor (se había hartado de sufrir por el, y tal vez por eso mismo le dedicó aquellas palabras).
- Que estoy harta de que todos me traten como si fuera un enemigo con el que descargar su pistola, joder.
Y sí, aquellas palabras iban en sentido figurado. La puerta del cuarto se cierra, el silencio vuelve a reinar entre ellos; quién sabe por cuánto tiempo.


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